martes, 3 de julio de 2012

II Mac 3. 23-27


2 Macabeos 3
23. Heliodoro no pensaba en otra cosa que en ejecutar su designio; y para ello se había presentado ya él mismo con sus guardias a la puerta del erario
24. Mas el espíritu del Dios todopoderoso se hizo allí manifiesto con señales bien patentes, en tal conformidad, que derribados en tierra por una virtud divina cuantos habían osado obedecer a Heliodoro, quedaron como yertos y desparvoridos
25 Porque se les apareció montado en un caballo un personaje de fulminante aspecto, y magníficamente vestido, cuyas armas parecían de oro, el cual acometiendo con ímpetu a Heliodoro le pateó con los pies delanteros del caballo
26 Apareciéronse también otros dos gallardos y robustos jóvenes llenos de majestad, y ricamente vestidos, los cuales poniéndose uno a cada lado de Heliodoro empezaron a azotarle cada uno por su parte, descargando sobre él continuos golpes.
27 Con esto Heliodoro cayó luego por tierra envuelto en oscuridad y tinieblas; y habiéndole tomado y puesto en una silla de manos, le sacaron de allí

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